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La búsqueda de identidad en el adolescente


La identidad es aquella sensación de continuidad y mismidad, esto es, ser uno y él mismo (ser uno mismo), lo que nos permite diferenciarnos de los demás: ser único e irrepetibles, y distinto de los otros.


Identidad es la respuesta al interrogante sobre quién soy, de dónde vengo, hacia dónde voy. Pero el concepto de identidad apunta también a qué quiero ser.

El largo pasaje del adolescente del niño al adulto, implica el tránsito desde la endogamia, esto es, desde los códigos de intimidad de la familia, fundamento de la identidad infantil, hacia la exogamia, hacía los códigos de la cultura, que permite el pasaje a la identidad adulta. Ciertas conductas características de los adolescentes, constituyen este proceso:


- Uniformidad y masificación: necesidad de una identificación masiva con el grupo de pares, en usos, costumbres, vocabulario, vestimenta, etc. La sensación de angustia y ansiedad, de vértigo y de inestabilidad, lo lleva a buscar seguridad siendo igual a los demás y a sentirse protegido por una serie de códigos y parámetros propios de los que son “iguales a él”.


- Desubicación temporal: urgencias enormes y postergaciones interminables son signos de la necesidad de perpetuar el niño que tiene dentro y que se resististe a ser adulto; como un modo de detener el tiempo, porque lo que paso ya se conoce y da seguridad y el futuro esta ligado a una identidad personal todavía no definida.


En la conducta observable vive con una desubicación temporal, convierte el tiempo en presente y activo en un intento de manejarlo. Las urgencias son enormes y las postergaciones irracionales.


- Preocupación excesiva por el cuerpo: ello explica la necesidad de verse al espejo, de reconocerse, de pasarse horas arreglándose el pelo o en el gimnasio. Tiende a responder los parámetros de las exigencias sociales y las voces de una cultura de la estética.


- Pseudoidentidad: expresiones manifiestas de lo que quisiera o pudiera ser, que muestran y a la vez ocultan algo de su identidad verdadera, todavía latente. Así, asumen identidades transitorias, ocasionales; identidades circunstanciales, en ciertas circunstancias se piensa y actúa de una manera y en otros momentos de manera totalmente diferente.


- Constantes fluctuaciones de humor y estado de ánimo: en soledad (interior y exterior) elabora y reconsidera constantemente sus vivencias y fracasos. La intensidad y la frecuencia de estos procesos de proyección y salida al mundo externo producen rápidas modificaciones en el estado de ánimo. De pronto está feliz, eufórico, seguro y a las pocas horas, serio, pensativo, desesperanzado.


- Contradicciones permanentes: hay una “normal anormalidad” y una inestabilidad constante; de modo que la rigidez permanente en la conducta estaría indicando mas bien parámetros no saludables, debido tal vez, a una sobre adaptación al mundo adulto.


- Oposicionismo: necesitan afirmar tercamente sus argumentos sin poder despegarse de ellos para mirar otros puntos de vista.


- La tendendecia grupal: las actuaciones del grupo y de sus integrantes representan la oposición a las figuras paternas y una manera activa de determinar una identidad diferente dentro del grupo familiar. En su búsqueda de la identidad adolescente recurre como comportamiento defensivo a la búsqueda de uniformidad, que puede brindar seguridad y estima. Hay un proceso de sobreeidentificación masiva, en donde todos se identifican con cada uno. A veces es tan intenso que el individuo pertenece más al grupo de coetáneos que al familiar. Se inclina a los dictados del grupo en cuanto a modas, costumbres, preferencias, etc.


- Crisis religiosas: puede manifestarse como un ateo exacerbado o un místico fervoroso. La muerte empieza a ser un tema recurrente en sus pensamientos o fantasías. Comienza a enfrentar la separación definitiva de los padres y la aceptación de la posible muerte de ellos. Es decir, empieza a tener un contacto mas directo con la muerte real de parientes o conocidos y por que vive en si mismo, como una experiencia inconsciente, la muerte del niño que ya no es. El adolescente encuentra seguridad en las verdades de la fe o las niega sistemáticamente como una búsqueda de afirmación personal.


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