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Las tres heridas narcisistas de la Humanidad.


1) Primera Herida: El nuevo modelo de Copérnico

En este primer punto, Freud habla de cómo el hombre creyó que la Tierra, su hogar, se encontraba en el centro del universo, y que el resto de astros se movían alrededor de ella describiendo órbitas. Entonces llegó Nicolás Copérnico en el siglo XVI y mostró al mundo cómo la Tierra no era el centro del universo, si no que al igual que otros planetas giraba en torno al Sol. De este modo, el amor propio del ser humano se encontró con su primera afrenta, la cosmológica.

2) Segunda Herida: El Evolucionismo de Charles Darwin

En el segundo punto, Freud expone cómo el hombre a lo largo de la historia se ha mostrado superior al resto de animales creyéndose diferente e interponiendo un abismo entre los animales y el ser humano. Entonces Darwin llegó en el siglo XIX y mostró al mundo su teoría de la evolución, haciendo con ella que el hombre no fuera más que cualquier otro animal. Y no sólo eso, si no que el hombre que conocemos no es ni siquiera la cumbre de la evolución, que está por llegar. Con ello llegó la segunda afrenta dañando al narcisismo humano, la biológica.

3) Tercera Herida: El Inconsciente de Sigmund Freud

En el tercer punto, Freud comenta como el hombre pese a haber sido duramente herido en dos ocasiones por Copérnico y Darwin, aún se sabe dueño de sí mismo. Su propia conciencia, su percepción interna de la que es dueño, le permite tomar decisiones que armonicen con sus necesidades dejando de lado toda decisión que no esté acorde con la misma. Entonces llegó la psicología moderna, la que hirió una vez más al ser humano al mostrar que una persona no es ni siquiera dueño de su propia casa. Con lo que llegamos a la tercera y definitiva afrenta, la psicológica.

“El psicoanálisis es la última en cuanto a fecha de las graves humillaciones que el narcisismo, el amor propio del hombre en general, ha recibido hasta el presente de la investigación científica. Existió ante todo la humillación cosmológica que le infligió Copérnico, destruyendo la ilusión narcisista según la cual el habitáculo del hombre estaría en reposo en el centro de las cosas; luego fue la humillación biológica, cuando Darwin puso fin a la pretensión del hombre de hallarse escindido del reino animal. Finalmente vino la humillación psicológica: el hombre que sabía que ya no es ni el señor del cosmos, ni el señor de los seres vivos, descubre que no es ni siquiera el señor de su psiquis.” (Sigmund Freud)


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